Festival de Mar del Plata: For Love’s Sake


¡ADVERTENCIA, CHOQUE CULTURAL A CONTINUACIÓN!

No es que no me haya gustado esta película –todo lo contrario– pero tengo que resaltar una realidad: la mayoría de los films orientales no están hechos para un público occidental. A menos que uno esté aclimatado o tenga una mente muy abierta, es difícil disfrutarlas, porque los estándares que rigen en oriente son diferentes a los nuestros, como también lo es su forma de entender el cine. Si bien la sala del Cine Auditórium en Mar del Plata estaba casi repleta, algunos no aguantaron, se levantaron y se fueron en plena proyección. Por lo que pude ver, en muchos casos, se trató de gente entrada en edad. No quiero prejuzgar a nadie, pero insisto: tenés que venir preparado para ver una película como ésta, especialmente si está dirigida por Takashi Miike. Quienes lo conocen ya saben con qué se van a encontrar.

La trama desarrolla la historia de Ai Sotome, una chica asquerosamente rica, y Makoto, un estereotipo del chico malo, un peleador nato –el mejor de su distrito, inclusive–, caracterizado con la vestimenta, la actitud y el peinado acordes a su temple. El film arranca con una sublime escena animada, que se interrumpe repentinamente y deja en suspenso su conclusión. El resto de la cinta, tras un salto temporal, es en live action (o sea, con actores de carne y hueso) y la escena animada no reanuda hasta los minutos finales. Lo curioso es que, en algunas partes, Makoto se pone a cantar como si se tratara de un musical de Disney. Pero acá no hay nada inocente o juvenil. Makoto detiene su cantar para pelear con una banda de Yakuzas (o sea, mafiosos japoneses) o, quizás, una simple banda de maleantes, conformada en parte por mujeres (por lo que Makoto le pega a las mujeres, sí). Durante la lucha, Makoto vuelve a cantar y sus adversarios se suman para acompañarlo con una coreografía. Todo sobre el fondo de un esquizofrénico juego de luces.

En las cercanías de semejante alboroto, aparece Ai Sotome, que reconoce a Makoto y trata de detener la pelea. Hay miles de gags en esta película, todos muy buenos, y justamente en esta escena ocurre uno de los mejores. Mientras Ai Sotome interviene en la disputa, llega la policía, y cuando Makoto intenta huir, Ai Sotome no tiene mejor idea que atajarle la pierna, y por lo tanto, el pobre Makoto es capturado. Ella, en su torpe inocencia, pregunta por qué se lo están llevando, ya que, al fin y al cabo, los pandilleros fueron quienes buscaron la pelea. De todos modos, Ai Sotome interpreta, en esta desgracia, una perfecta oportunidad para arreglar la vida de Makoto y transformarlo en alguien decente.

Ella piensa que Makoto, antes de meterse en líos, la había ido a buscar para saldar una deuda que él tenía con ella. No fue el caso, pero Ai Sotome no lo sabe. Además, ella está acostumbrada a defenderlo, porque aunque él es un pandillero como cualquier otro, orgulloso y peleador, tiene un supuesto corazón de oro detrás de su violencia e indiferencia. Por eso, Ai Sotome le pide a la familia de Makoto que lo metan en la escuela donde va ella –una institución de lo más elitista, por lo demás– así le puede inculcar la ‘no-violencia’.

Ahora bien, vale la pena aclarar algo. Casi todos los personajes de For Love’s Sake son estereotipos exagerados hasta el extremo de lo absurdo. Ai Sotome, como ya adelanté, es la típica chica rica y mimada. Además de ser muy torpe, es terca a más no poder, rasgo potenciado por su inocencia. Sus padres son los típicos burgueses engreídos. Makoto es el malo que oculta una forma de ser opuesta a la que evidencia. Y así con todos los protagonistas. A cada uno de estos personajes primarios y secundarios se le concede una canción para expresarse. Personalmente, estos interludios musicales están entre las cosas más graciosas que vi en mi vida. La mayoría de las canciones me gustó, pero tengo que destacar dos ejemplos: la de la ‘chica mala’ de la secundaria y la de la madre de Ai Sotome. Ambas tienen voces muy lindas.

Sin ignorar lo absurdo de la película –particularidad que remite a los clásicos doramas japoneses, o series a la vez cómicas y dramáticas, equivalentes a nuestras telenovelas– la misma también plantea temas profundos, como, por ejemplo: qué está dispuesto uno a sacrificar por amor, cuáles son los límites de este sacrificio, cuál es la verdadera felicidad, cómo se percibe a la ‘escoria’ social, entre otros conceptos que le resultarán más evidentes a los cultores del animé, el manga y los doramas, es decir, de los productos audiovisuales de Japón.

Para cerrar, la película me encantó. Tiene mucho de lo que se podría considerar un musical, aunque, según me comentó Luciano Mezher, de la página Visión del Cine, se podría esperar de la cinta aun más contenido musical. De todas formas, se desarrolla, junto con las canciones y el humor, una historia bastante dramática, y tanto al principio como al final, como ya advertí, hay una escena animada de la más alta calidad, un verdadero lujo para los espectadores. For Love’s Sake es divertidísima –se escucharon varias carcajadas en la sala mardeplatense– y un cóctel visual interesante, no sólo por las animaciones, sino también porque muchos momentos son directamente bizarros. Pero en esta excentricidad hay mucha belleza. Sin embargo, como dije en la apertura de este post, vayan preparados. No es una película como las que están acostumbrados a ver.

<a rel=»author» href=»https://plus.google.com/107005891006004217533«>Maximiliano R. Esposito</a>